31 de enero de 2010

Yo no vine a dormir a París II






El plan para el domingo comienza con el city tour. Aquí la primera desilución del día. Todo es arriba del bus. Vamos a pasar por la torre Eiffel pero sólo unos minutos para tomar unas fotografías. Ayer hubiera podido pasar tranquila por la Torre y pensar que ahora son sólo unos minutos me desespera muchísimo. Pero algo voy a inventar. No me voy a quedar sin conocer la torre. Claro que no.
Al Palacio de Versailles llegamos con el tiempo justo. Es que Paris está toda colapsada por el ciclismo y el tour de france. Ya me había dicho algo Alberto cuando estuve en Vitoria pero no pensé que iba a interferir en mi día. La guía que nos toca en la parte de Paris es una lela. No explica bien cómo va a ser el día y realmente no aclara ni contiene. Además que en la torre Eiffel se perdió uno de los pasajeros y esperaron 20 minutos y lo dejaron a su suerte. Yo pienso que no quiero que me dejen varada en ningún lugar. Me quedo con los brasileros que conocí en el aeropuerto. Cuando terminamos de hacer la fila y estamos por entrar nos dicen que ESA no es la fila, que hay que sacar primero el ticket así que vuelta otra vez a la nueva fila que es más larga que la anterior. Por suerte hay algunos compañeros del tour y nos quedamos con ellos. Cuando llegamos compramos y tenemos una hora de tiempo para recorrer todo el palacio. ¿Una hora? Yo que tonta debería haberme quedado más tiempo y volverme sola sin el tour porque valía más la pena estar ahí. Alcanzo a ver todo el palacio. No me queda tiempo para los jardines y corro al bus después de hacer fila también para usar el toilette. ¿Y adónde vamos ahora? Bueno pues al hotel a descansar que a las 7 pm nos pasan a buscar para ir a Montmartre. Llegamos al hotel alrededor de las 16 hs y miro el reloj y pienso en la torre y en qué no voy a perder el tiempo en el hotel mirando tele o durmiendo. Yo no vine a dormir a Europa. Agarro el mapa nuevamente y salgo a tomar el metro hacia los campos Eliseos. Cuando llego y subo por las escaleras: aparece un mundo del deporte en bicicleta… Me acerco a un guardia y le pregunto (sin mirar) si la torre es para allá o para allá… en mi precario y olvidado primer año de francés. El guardia se ríe y me indica para donde. Y en cuanto mueve la cabeza… la veo imponente hacia la derecha. Y hacia allá voy. Feliz. Camino. Canto por un boulevard rodeando el rio Sena. Celebro mi decisión de salir del hotel.

Llego a la torre. Y camino hacia la base. Unos compañeros del grupo que son argentinos y más grandes, me contaron que subieron por las escaleras ya que la fila para subir por el ascensor es bastante larga. Son unos cuantos escalones pero pienso que si ellos pudieron yo que tengo unos 30 años menos tengo que poder también. Y efectivamente no hay fila para subir, compro el ticket (alrededor de 4 euros) y voila. Hacia arriba voy. Pienso que me tengo que apurar pero mejor subir despacio para no cansarme tanto. Así voy subiendo mirando los escalones pues que si miro hacia abajo me da un poco de vértigo. En los descansos de las escaleras hay unos carteles que van contando cosas sobre la torre pero solo los miro por arriba, no los leo. Quiero llegar hasta el primer piso. Y pumbate llegué. Agotada, eso sí. Recupero el aliento despacito al tiempo que voy recorriendo los lados del primer piso. Me encanta. La vista es preciosa y es como raro estar ahí pero a la vez disfruto cada momento. Les pido a unas chicas que me tomen una foto. Tomo otras fotos de los paisajes, hago un video. Me encantaría compartir lo que veo con alguien más por eso relato las sensaciones en ese instante. Después cuando intento bajar me cuesta unas cuantas vueltas más encontrar las escaleras para bajar. Vuelvo por el mismo camino y la idea es retornar al hotel. A las 7 sale el grupo hacia Montmartre. No sé por qué me cuesta encontrar la entrada al metro, creo que es porque no voy hacia los Campos Eliseos, porque allá es todo un lío. Pero busco alternativas en el mapa y camino y camino, y (creo que estoy perdida) pero me las rebusco haciendo combinaciones entre las líneas de colores. ¡Ah! También pasa que uno de los tramos está interrumpido y entonces creo que por eso no puedo tomarlo donde me gustaría o me convendría más. Y por eso camino por todas partes. Igual es hermoso perderse en una ciudad como Paris... Todo acá es hermoso.
El metro que debo tomar es de la línea azul pero hete aquí que desde Chatelet se bifurca en dos ramales. De atolondrada, cuando llega, me subo al ramal que no me conviene. Y luego de Chatelet me avivo que se va para otra parte. Entonces me bajo en la siguiente estación y vuelvo a tomar el que va para Chatelet. Le pregunto a una chica que por fortuna habla español. Y me indica cuál debo tomar. Entonces espero en la estación el metro que va para St. Denis. Son las 18.25 y le tomo una fotografía al cartel que dice que en tres minutos llega. Me subo y pienso que cuando me baje en la estación tengo que correr como loca. Sé que no me van a esperar. En Saint Denis subo las escaleras del metro corriendo y corro esas tres cuadras. Cada tanto me detengo a recuperar el aliento pero tengo que llegar a como de lugar. Son 5 para las 7 y paso por el lobby y todos mis compañeros están cambiados y perfumados esperando en los sillones. Les digo: ¡Espérenme que ya bajo! Subo por el ascensor hasta el cuarto piso. Busco ropa para cambiarme y me ducho en segundos. A los 7 minutos aprox. bajo al lobby justo a tiempo. Afuera está el bus. Valió la pena tanta corrida.

Yo no vine a dormir a París I


Llego a París desde Madrid. Es mediodía y hace bastante calor. Al aeropuerto me pasa a buscar un transportista de la agencia que es de Brasil. Esperamos a otros turistas brasileros para ir juntos al hotel. En el trayecto falan portugués y yo trato de captar algo. El transportista me pregunta si en el mundial de Francia los argentinos hinchábamos más por Francia que por Brasil. Yo sin dudarlo digo que Brasil, pero después recuerdo lo contrario.
El hotel es de la cadena Marryot y queda en la parte periférica de París. La habitación es amplia y muy hermosa. Es toda para mí ya que cuando contraté el tour, para que fuera más económico, solicité una habitación para compartir pero al no haber otra mujer que haya solicitado lo mismo, me queda como single pagando por doble. Mapa en mano y un poco más organizada decido ir hasta la ciudad. Debo tomar el metro que está a tan sólo tres cuadras del hotel. Es un poco desértica la zona y da un poco de miedo andar sola pero siempre y cuando tenga cuidado de no volver tarde me lanzo a recorrer.
Cuento con tres noches en Paris y luego al finalizar el tour dos noches más. Es poco tiempo para todo lo que hay que ver y me desespera mucho no poder hacer todo lo que me gustaría. Pero siempre es mejor que nada.
En mi primer día pienso recorrer el Museo D´Orsay. Me contaron que es una antigua estación de trenes y al quedar escasa para ese fin se convirtió en Museo. Allí espero encontrar los cuadros de Van Gogh, de Renoir, de Degas, de Monet, de Gaughin y otros.

El museo está colmado de gente porque es sábado y es difícil hacerse un lugar para observar de cerca los originales.
Con timidez le pido a un señor que me tome una fotografía frente a uno de los cuadros de Van Gogh. Me hubiera gustado haber tomado más fotografías pero me da cosita pedirle a la gente. De todas maneras me quedo mucho rato apreciando los colores, las pinceladas. Hay personas que compraron el audio-guía y se encuentran frente a las obras con esos controles remoto escuchando y diciendo con sus cabezas ¨ah sí, pues claro cómo no lo había notado.¨ Pero a veces permanecen mucho tiempo rodeando a una obra y no dejan apreciar, mirar, disfrutar.

Retorno al hotel e intento encontrar un lugar en donde cenar. Pero me topo con la primera dificultad del día: no sé hablar francés ni descifrar el menú. Y en ese bar, ese señor no quiere hacer el esfuerzo por entender que es lo que quiero o por explicar. Otro señor, más amable, quiere mediar hablando en inglés, pero no es muy claro a pesar de los esfuerzos. Yo no le entiendo y me da bronca no poder comunicarme bien. Entonces me voy triste hacia el hotel pensando que esa noche ya no ceno. El hotel es de cuatro estrellas y pienso que la comida en su restaurante puede ser muy cara pero me animo a investigar y finalmente como muy bien una rica lasagna con agua mineral. Como si hubiera gastado aquí unos 70 pesos.
Mañana me espera el city tour, la torre Eiffel, el Palacio de Versailles y la colina de Montmartre.