30 de septiembre de 2010

Esto no es un homenaje.... (de mi encuentro con René Magritte y Anthony Browne)




Bruselas. Apenas una mañana para recorrer la ciudad. Pintoresca y a la vez moderna. Tiempo para sacar fotos en la ¨Grand Place¨... y casi de casualidad llegué al Museo de René Magritte. Poco sabía de su obra. Poco sabía desde lo racional. Pero sabía mucho más en algún registro perceptivo. En uno de los salones reconocí un cuadro de un castillo en una roca (El castillo de los Pirineos, 1959). Lo reconocí a través de la obra de Anthony Browne, ilustrador y escritor de muchos libros-álbum que he mirado y mirado.

Levanté el brazo y tuve ganas de decirle a todos ¨es del libro de willy¨. Me emocioné mucho. Y a partir de ahí recorrí el museo con otras ganas. Ya nos habían presentado hace más de diez años atrás.

Este año, en marzo, pude participar de una entrevista que le hicieron a Anthony Browne en su primera visita a la Argentina. Me interesó mucho escucharlo y cuando contó sobre Magritte y sus herederos presté más atención. Browne explicó que había querido hacerle un homenaje al pintor. En sus obras aparecen muchas reminiscencias de otros cuadros. Están ahí quietos esperando que alguien los pesque. Él dijo que no hacía guiños a los adultos, como su entrevistadora torpemente preguntó. Browne juega con las obras de los pintores que lo inspiraron, y les da otra forma lúdica, que tiene que ver con sus personajes. Él dijo si ¨haces la conexión buenísimo, pero sino también, son obras plásticas, es arte...¨. y ahí me brotaron unas ganas locas de hablarle. Con tristeza contó que los herederos de Magritte no le habían permitido hacer estos homenajes y por eso había tenido que reeditar algunos de sus libros y ¨corregir ¨ ese ¨error ¨ mal entendido. Todo fue por el copyright.

Al final de la entrevista Anthony Browne se dedicaba a firmar sus libros. Yo había llevado, por las dudas, ¨Willy, el soñador¨, uno de los primeros libros que me compré de su obra y en el que reconocí el cuadro de la roca. Cuando al fin llegó mi turno, y luego de un ensayo mental en inglés, le dije que el año anterior había estado en el museo de Magritte y que me había emocionado reconocer el cuadro del castillo que por primera vez había visto en uno de sus libros. Él me sonrió y amablemente me dijo ¨Gracias¨y luego firmó mi Willy.

21 de septiembre de 2010

El bibliotecario





Cuando Totó hacía el colegio secundario solía habitar la biblioteca Miguel Cané. Totó se describe como un ¨ratón de biblioteca¨. El secundario en el Colegio Carlos Pelligrini lo realizó el primer año como alumno regular, el segundo como alumno libre, el tercero y cuarto año regular, el quinto libre y el último año de forma regular emparejándose en edad con sus compañeros.


A Totó le gustaban las bibliotecas porque no podía tener todos los libros que quería para ampliar un tema y ahí podía investigar a su antojo.


Un día le comentó al bibliotecario que faltaba un libro de análisis matemático que fuera de lectura accesible. El bibliotecario le preguntó ¨¿por qué era importante para él ese libro?¨ Era un señor mayor y de anteojos. Solía conversar con los visitantes e interesarse por sus gustos intelectuales.


A los pocos días el bibliotecario llamó a Totó y le preguntó si ese libro nuevo que estaba apoyado en el mostrador era el que él buscaba. ¨Lo hemos comprado¨, le dijo.

Con el tiempo supo Totó que el señor de anteojos que había comprado el libro que él (papá) necesitaba no era otro que Jorge Luis Borges.

4 de julio de 2010

DE MI CANTAR ES... mi historia



Me cantó mamá muchas noches antes de dormir.

Arroró mi niño/ Arroró mi sol/ arroró pedazo de mi corazón.

Te quiere mamita/ te quiere papá/te quieren tus hermanos/ te quieren las tías/ te quieren los tíos, te quieren tus primos, te quieren..... Y así hasta que me quedaba dormida.

Me cantó Susana, mi prima. En algún cumpleaños. Ella estudiaba música (yo no lo sabía). Me cantó con la guitarra: ¨debo dejar esta tierra ya/debo partir, hacia otro lugar./Con mi alazán al galope voy/rumbo hacia al sur, hacia México./ Arrear las vacas hacia el corral/ con mi caballo, solitario, allá voy./ Voy hacia el sur donde reina el sol/allí me espera mi querido amor.¨ Ella es Directora del Coro de ¨Tres de Febrero ¨ y  del Conservatorio Manuel de Falla.
Cantarle a los chicos.
Antes de dormir. Llevarlos a ese lugar en el que yo también estuve cuando fui niña. Cantarles: ¨Ya la luna baja en camisón/a bañarse en un charquito con jabón...¨ Muchas veces me cantó María Elena Walsh.... por suerte me sigue cantando.

Cantar con amigos.

En los encuentros musicales de los viernes.... en los encuentros espontáneos de cada día.... en los ¨te recuerdo como eras en el último otoño¨ donde también hablaron mis versos, y mis viajes...

Cantar en el baño, en la cocina, en la habitación antes de dormir.

Cantarle a mis vecinos....

Ahora canto todos los sábados. Canto en grupo. Canto para mí. Y canto con los otros. Un coro formado ya con trayectoria. ¡Qué desafío! ¿Sería mi voz lo suficientemente buena para pasar? Las primeras palabras del director fueron: ¨te tomo a prueba¨. Y yo entendí... no estoy seguro de tu voz te pruebo y vemos¨... Quizás él dijo: ¨ no estoy seguro en qué registro estarás mejor.... si con las soprano, con las contralto.¨

Pasé.... pero no había pasado la prueba en cuarto grado. En el colegio (Santa Brígida) cuando se armaba el coro por primera vez y todas mis amigas quedaron. Mi mamá me consolaba diciendo que no iba a tener tiempo para jugar, porque había que ensayar mucho. Pero yo me preguntaba ¿por qué a mí no? ¿Porque no tenía una voz notable? ¿O porque la profesora no me habia escuchado cantar? Nunca lo sabré... Aunque esa herida quedó abierta por largo tiempo.... incluso antes de irme del colegio, otra profesora (suplente) intentó cicatrizarla.
Pasaron muchos pero muchos años. Por suerte nunca se me fueron las ganas de seguir cantando.
Cantar sola.

Y me viene el recuerdo de mi primer concierto.... Me río para adentro. Tendría unos 5 o 6 años. Estaba de vacaciones en Villa Gesell y con los chicos del edificio se había armado una especie de show musical. Supongo que algún grande lo había organizado. Nuestro edificio era el único de la manzana. Nos rodeaba la arboleda, la arena. En esa pequeñisima montaña que habia detrás del edificio nos ocultábamos los cantantes. El repertorio serían canciones infantiles de la época (los recordados Canta niño o quizá algún que otro hit de Parchis. Realmente no me acuerdo). Recuerdo el público sentado en butacas-silla en el playón donde se estacionaban los autos y donde las tardes de no dormir siesta jugábamos a la pelota, a la paleta, a la mancha, a las escondidas. Recuerdo también que el miedo hizo de las suyas y al final creo que no canté.
Cantar a dúo.
En la casa de Aldana, mi amiga desde los 4 años. Nos habíamos nombrado ¨Danger¨, creo que el nombre lo habíamos visto en una bolsa. Y nuestro repertorio giraba en covers de canciones de la época, como Lollypop, Lollypop.

Cantar ante un público nuevo para una muestra de canto.
Al final después de tantas vueltas y cuando la herida ya no sangraba de dolor sino de ganas... Llegué hasta las manos de Caro Spiller. ¿Y dije por qué no? Probé y me gustó. Al principio mi voz salía tímida, con poca fuerza. Pero los ejercicios, la técnica, las relajaciones antes de comenzar y el trabajo intenso de mi profe me sacaron la voz afuera. Y me gustó escucharme.

Ayer el ¨un poco de miedo¨antes de comenzar la muestra. El desafío de abrir con mi tonada del viejo amor (Falú)... y después puedo decir que lo disfruté. Después de los nervios. Claro.
Hoy mi querida Caro se fue a vivir a África y me quedé sin guía. Ya creo que elegí nueva profesora pero todavía no volví a comenzar. Otro desafío.
Ahora disfruto cantar con otros.
Cantar para mí
¿Cantamos?


10 de mayo de 2010

Tierra Barbera


 
 
Tierra negra en los dedos cuando te veo partir.
Es música amarga en tu coraza.

Tierra pelota.
Se deshace sin prisa en nuestras manos.

Tierra-morada que cuida tu quietud.
En la cocina el café con leche, las medialunas.
 
Tierra cine
Aunque fuera un largometraje
se siente como un corto.

Tierra calesita
a caballo espero atrapar el otoño.





Un pequeño homenaje a mi Tío Roberto Barbera.
(y a la mamá de un amigo)

7 de marzo de 2010

Les escribo desde Londres


29 de julio de 2009

Queridos amigos:

Acabo de llegar a Londres. Estamos en el barrio de Chelsea. Queda cerca de un estadio de futbol, creo. Es un barrio residencial de lo más precioso. Es que los hoteles del tour son re top. Nada que ver con los hoteles a donde yo puedo ir....Decentes los otros, pero nada de lujos.
La mañana de hoy comenzó bien temprano. Salimos de París hacia el puerto de Calais. Cruzamos la aduana. Advertencias: no se puede sacar fotos, y es mejor poner cara de buena gente para cruzar la frontera. Así y todo mi pasaporte es mágico. Es una bendición formar parte de la Unión Europea. Aunque el Reino Unido no está dentro de la Unión tiene ciertas ventajas serlo. Fui una de las primeras y después a esperar a los demás. Por suerte pasamos todos sin problemas. Los 44.
Después estuvimos un rato largo esperando para subir al ferry.
El viaje duró unos 70 minutos que se pasaron navegando entre el free shop y disfrutar del sol en la cubierta. Algunas fotos con todos los pelos al viento…
Y cruzamos el canal de la Mancha… y llegamos a Dover… y luego fuimos a Canterbury... un pueblecito con una bella catedral muy antigua....allá íbamos detrás del paraguas inmenso de María. Canterbury me suena por los cuentos… pero confieso que no leí ninguno.
Hubo tiempo para dar una vuelta. Comprar un helado. Visitar la iglesia.
Otra vez al bus... al hotel de Londres. A la mañana la visita por la ciudad y si no llueve el cambio de guardia. Y luego el tour ofrece una visita opcional al Castillo de Windsor. De todas las excursiones opcionales ésta merece la pena (a mi entender). Si hay algo que aprendí en el viaje a Italia es a no atolondrarse y comprar todas las excursiones de ante mano. Ya que la mayoría de las veces me arreglo mejor por mi cuenta: caminando y conociendo lo que en verdad deseo, que lo que organizan otros por mí.

Hasta la próxima

30 de julio de 2009

Con algunos de mis compañeros del tour (los de habla hispana: argentinos, mexicanos) arreglamos para ir por la mañana a las tiendas Harrod´s. Como no tenía nada demasiado armado para Londres me ¨ colé ¨ con mis compas. A las 9 de la mañana era la cita en el lobby. Partimos hacia las tiendas. En el camino pregunté en una peluquería Tony & Guy por un video de cortes de pelo (que me había encargado mi peluquero en Buenos Aires). No se vendían ahí, sólo en las academias, que quedaban por calles que no pensaba encontrar. Seguí camino y entre medio presenciamos la evacuación de un hotel que se estaba incendiando. Bomberos ingleses y mucha gente del otro lado de la calle. Cruzamos y seguimos andando.
Cuando llegamos a las tiendas con los toldos verdes tuve un leve recuerdo de las tiendas de Buenos Aires, a las que alguna vez me parece haber ido con mi amiga Aldana y su familia.
No me atraen estos lugares en lo más mínimo y después de una hora adentro (el tiempo se evapora) decidí partir con Edgardo y Jacqueline. Nos tomamos el Underground, el metro y llegamos al Big Ben. Intentamos sacarnos fotos pero siempre había algo entre medio: un brazo, otras personas, autos. Yo quería entrar a Westminster Abbey pero no mis nuevos compañeros. Ellos dijeron ¨andá tranquila que te esperamos¨. La abadía es inmensa adentro pero la recorrí bastante rápido sin saber del todo quienes moraban dentro. Sabía de los reyes pero también otras personas como escritores (que para variar ahora no recuerdo sus nombres). Me pareció escuchar que afuera llovía y cuando salí Edgardo me mostró el paraguas deshecho y me contó cómo en esos veinte minutos se había desatado una gran tormenta.
Caminamos un poco más juntos sin saber muy bien para donde ir. Yo quería ir al Tate Modern Art Museum que quedaba bordeando el Támesis. Ahí nos separamos. Caminé por el borde del río mientras observaba cómo la gente hacía fila para subirse al Golden Eye, o qué ingeniosas estatuas en movimiento había. Lo que más me llamó la atención fue mirar hacia la playa y descubrir un sillón de arena donde se sentaba un guitarrita y un ¨big thanks ¨indicando donde arrojar las monedas. O también un banco de madera con una placa que decía ¨todos necesitamos un lugar dónde pensar¨. Finalmente llegué al museo y me encantó. Encontrar pinturas de Joan Miró, Jackson Pollock, Henri Michaux, Pablo Picasso, y otros fue increíble. Cuando salí del museo me subí al metro y fui hasta Picadilly Circus donde está otro museo; National Gallery. En Londres todos los museos (que se consideran educativos) son gratis. Faltaba poco para cerrar y cómo no tenía demasiado tiempo fui especialmente a buscar los girasoles de Van Gogh. Y los encontré…

Londres fue una ciudad que me impactó. Al principio no parecía encontrarle el atractivo. Es que París me había deslumbrado tanto y parecía que nada podía ser igual. Me llevó un tiempo procesar el impacto, sentir que a pesar de las diferencias arquitectónicas y estéticas, Londres tenía mucho para degustar.

Teruel y los amigos




La primera vez que estuve en Teruel (España) fue hace dos años pero no pude recorrer la ciudad como lo hice este año. La estancia fue breve pero esta vez me comprometí a conocer cada uno de sus rincones.
Y cómo no dejarse tentar por la ¨ Ciudad de los Amantes¨. Cuenta la leyenda que como tal tiene un poco de verdad y un poco de fábula, que los amantes se habían conocido de muy jóvenes en el siglo XIII El (Juan Diego de Marcilla) era pobre y ella (Isabel de Segura) la hija de un importante comerciante. El prometió volver con fortuna al cabo de cinco años para poder merecer su mano. Ella prometió esperarlo. Pasado el plazo y al no ver que él regresara ella aceptó casarse con un pretendiente. Dicen que en la noche de bodas, él que había regresado, se acercó hasta el lecho nupcial y le pidió a ella que lo besara pues de lo contrario se moriría. Ella no quiso. Y dicen que él murió en ese instante.
Al día siguiente en el entierro apareció una mujer vestida de negro que se acercó hasta él y lo besó en los labios. Dicen que ella, como él, murió en ese instante.
En el Mausoleo de los Amantes se encuentran sus criptas con los cuerpos momificados. Dicen también que no hay restos de venenos y entonces la leyenda de los amantes cobra más fuerza cuando se trata de morir de amor. El símbolo de los amantes son las dos manos que se acercan pero no pueden tocarse jamás. Con la entrada al mausoleo se pueden visitar también la iglesia de San Pedro, la torre (construida en el siglo XIII) y el claustro (que pertenece al grupo de los cuatro claustros mudéjar que se conservan en Aragón).
Entre las delicias de Teruel son famosos los ¨suspiros y los sueños de amante¨ y la trenza mudéjar. Es que el arte mudéjar prevalece en la arquitectura del casco histórico. Son muy hermosas las torres de San Martín y de Salvador. Otra leyenda cuenta que los arquitectos que las construyeron intentaron que la suya fuera la más hermosa para conquistar la mano de una bella doncella. Aunque las torres fueron construidas en distintas fechas es más bonito creer en las leyendas de Teruel.
La ciudad tiene una parte moderna que se abre paso a través del viaducto y se la conoce como el Ensanche. Las construcciones son más actuales y el terreno más plano. Es que Teruel es una ciudad de cuestas y pendientes, de calles angostas como muchas ciudades de Europa.
En el centro hay algunos edificios construidos por un discípulo de Gaudí, Pablo Monguío. Antes de partir de Teruel es necesario visitar al Torico que reposa en una columna de la plaza principal. Un pequeño toro al que cada año lo visten de moño.
Pero lo que más me une a Teruel son mis amigos y su reciente paternidad. Ese es el mejor regalo que me llevo: conocer a la pequeña Martina de tan solo dos meses


Texto enviado al viaje del lector del diario clarin. Publicado el domingo 11 de marzo de 2012 (con edición menos poética)

6 de febrero de 2010

La place de la emoción



Es mi tercer día en París. Día libre. Tengo tanto por ver que no sé por dónde empezar.
Lo primero ahora es el Arco de Triunfo. En el hotel doy algunas vueltas. Me pongo el vestido violeta que tanto me gusta y unas zapatillas cómodas pero en cuanto bajo a la puerta del hotel y comienzo a caminar la primera cuadra siento un poco de frío. Miro el cielo y está bastante nublado. Doy media vuelta hacia el hotel. Cruzo el lobby hasta el ascensor. Camino por el pasillo y en la habitación vuelvo a cambiarme. Ahora elijo un jean, una remera y un saquito liviano. En la mochila hay espacio para guardar el saco por si después hace calor.
Cuando llego al Arco le pido a una chica me saque una foto. No sé por dónde se cruza la calle y pienso que debe ser en la otra esquina, y así doy toda la vuelta al monumento. Vuelvo al punto de partida y cruzo por debajo. Justo cuando estoy decidiendo si vale la pena subir o no, se larga a llover. Vuelvo a cruzar hacia el otro lado y mientras estoy mirando hacia donde ir escucho una voz familiar. Primero alguien que habla en castellano y después el tono inconfundible de Mario Pergolini. Está con su familia y como no soy nada cholula, ni siquiera me acerco.
Llueve fuerte y como ¨Olivia¨ prefiero ir al museo. En París hay muchos museos pero el más importante es el Louvre y hacia allá voy. Entro por la pirámide de cristal hacia abajo. Ticket en mano no sé para dónde ir primero. Este museo es demasiado grande. Dejo la mochila en el guardarropa y me quedo sólo con lo más importante: la cámara de fotos, los euros, el pasaporte y el celular que me prestó mi cuñada. El suyo tenía alcance en Europa. Aunque en París me costó un tiempo encontrar dónde enchufarlo, ya que los enchufes no calzaban. Pero como el que busca encuentra lo hallé en el secador de pelo del baño que tenía unos agujeritos de 220 w para la afeitadora.
En el museo tengo un mapa y qué necesario es, porque es más que un laberinto. Comienzo a caminar y todo el trayecto me lleva a la Gioconda. Antes encuentro objetos milenarios: utensilios de los primeros o segundos habitantes de este mundo, escudos, armaduras, relojes, porcelana. Llego hasta los aposentos de Napoleón. Los salones inmensos donde almorzaban, cenaban. Todo es increíble. Camino y miro y así estoy por gran parte del museo, o quizá no tanto. Es imposible abarcarlo todo. Cuando al fin llego a la obra de Da Vinci hay una muralla humana con sus cámaras de fotos. Zigzageo entre la gente y llego lo más adelante que puedo y tomo dos fotos. Salen más o menos, pero me quedo conforme. Camino un poco más ya casi sin rumbo. Cuando tomo la decisión de salir, son casi las tres de la tarde, me toma bastante tiempo encontrar la salida. Paso por el subsuelo donde se encuentra el antiguo Egipto. Es hermoso e interesante pero ya estoy muy cansada de ver y me duele la cabeza que miro todo muy por encima. Y realmente me costó encontrar la salida. Una vez afuera busco algo para almorzar. Me compro una promo: una porción de tarta, una gaseosa y un cuadrado de chocolate por unos pocos euros.
Vuelvo a los jardines del museo. Ahora salió el sol. Me sorprende encontrar tanta belleza al alcance de mis manos. Hay unas sillas verdes por todo el predio. Entonces busco un lugar bajo la arboleda y me siento a almorzar. Y casualmente llega un hombre de traje y portafolio y se sienta a unos pasos. Después de almorzar me cambio de lugar porque se corrió la sombra y el hombre se levanta y se acerca a hablarme. Unas palabras en francés y mi aclaración de qué yo no lo hablo. Pero él si sabe inglés así que conversamos. Está decidido a convencerme de algo y dice que las ¨argentinas son muy amigables¨. Pero se vuelve un poco insistente y pesado con ese discurso y rápidamente entiendo a dónde quiere llegar. Le digo hasta luego y se va caminando.
Me levanto y camino hacia la Place de la Concorde. Otra vez los veo a Pergolini y familia decidiendo a dónde ir. Me sonrío y sigo de largo. Miro el mapa y descubro que a la izquierda está la iglesia de la Madelaine. Mis padres y mi cuñada me hablaron de ella y sé que es otro lugar para conocer. Cuando llego leo un cartel en la puerta sobre conciertos de verano pero no imagino que al cruzar el umbral voy a escucharlo en vivo. Es un coro. Están vestidos con ropa tradicional y me parece que no cantan en francés. No sé por qué pienso que son albaneses o de por ahí. Me siento en un banco y me relajo a escuchar. No puedo creer en mi suerte. Tengo piel de gallina y algunas lágrimas viajando conmigo. Disfruto el tiempo que dura el canto, aunque ya está por acabar. La decoración de la iglesia es bastante moderna, por decirlo de alguna manera. Parece que se exhibe una muestra de arte. Objetos compuestos por botellas de plástico componen una extraña mezcla. Salgo de la iglesia y camino por las calles y vuelta por aquí y por allá llego a las Galerías Lafayette. Entro y como hay liquidaciones es un mundo de gente. Rápidamente busco la salida.
Tomo el metro y camino y pregunto y llego a Notre Dame. En las callecitas entro a los negocios de souvenirs y miro los recuerdos que quizá pueda comprar para Buenos Aires. Hoy es día de emociones y al entrar a la iglesia gótica y no más levantar la vista hacia los vitrales la piel vuelve a cargarse de sentido. Agradezco enormemente estar donde estoy, paseando y teniendo esta oportunidad de vivir los monumentos de los libros en persona. Es hora de misa y me siento dentro de alguna película de misterio. Trato de filmar y sacar fotos pero la única imagen es la que se guarda en la vivencia.
Es mi último día en París de esta parte del tour, después al finalizar tengo dos noches más. Pero no quiero dejar nada para último momento. Como estoy cerca de los jardines de Luxemburgo tomo el metro y camino bastante hasta encontrarlos. Y otra vez me envuelve esa sensación increíble de cuidado hacia los palacios heredados. Los parisinos salen a hacer deporte por estos lugares mágicos. Para ellos son de todos los días y quizá no les parezca nada extraño disfrutarlos. Lo cotidiano se vuelve natural y por eso pierde el halo de inalcanzable.

4 de febrero de 2010

cómo dejar comentarios...

Dado que algunos lectores me comentaron lo complicado de subir un mensaje les cuento cómo se puede hacer....
Después de la lectura y si tenes unas ganas tremendas de contarme qué te pareció, qué sentiste o si querés hacer alguna sugerencia...
clickeas donde dice Comentarios
podes ser usuario de google e ingresas con tu mail
o elegir alguna de estas tres opciones:
1) open id (que no sé qué es)
2)Nombre/URL (la seleccionas siempre y cuando quieras decirme quién sos)
3) Anónimo (también vale esta)
A mí me parece que cualquiera de las dos opciones 2 y 3 son de las más fáciles para la publicación de comentarios. No tendría que ir mal... y si no es que bueno, todavía no sé bien cómo se usan estas cosas... Seguiré investigando.
abrazos a todos
Gaby

1 de febrero de 2010

Montmartre y las propuestas




Cuando bajamos al pie de la colina de Montmartre nos ponemos de acuerdo para reencontrarnos con la guía luego de la visita de tiempo libre. Previamente pasamos, siempre arriba del bus, por el Moulin Rouge. Ni tiempo tuve para sacar aunque sea la foto de rutina. Algunos compañeros del grupo contrataron la cena en el Molino. Por 105 monedas yo no lo hice.
La zona roja no es muy bella para andar de noche sola. Así que intento no perderme. De todas maneras subimos todos en grupo por la explanada. La guía nos cuenta que una abuela subió de lo más pancha. Dice que es más rápido así, ya que las filas en el funicular son demasiado largas. Una vez arriba nos aconsejan mirar y resguardar nuestras pertenencias, ya que hay muchos carteristas de los más ¨oportunos.¨ Hacemos una pequeña recorrida con el grupo y después cada uno sigue por su cuenta. Nos recomienda comer crepes. Yo estoy con los brasileros otra vez. En Versailles los había perdido y luego no llegaron al bus a tiempo por lo que tuvieron que volver en Metro. Ellos me cuidan y me invitan a comer en un restó pero yo no quiero sentarme a comer cuando es momento de conocer. Entonces les digo ¨hasta luego¨ y me voy al Sacré Coeur. Me encanta. Camino por las callecitas y en una esquina me detengo a escribir un mensaje de texto a Buenos Aires. Mientras que lo escribo escucho que un hombre me dice: C´est fantastique. Levanto la cabeza y ahí lo tengo. Intento conversar pero yo no sé francés y él no habla ni español, ni inglés. Creo que me pregunta si soy italiana pero yo le entiendo si hablo italiano. Y le digo que si. Pero creo que él tampoco sabe hablarlo. Me pregunta si estoy casada. Y le digo que no. Y ahí no más suelta su propuesta: se quiere casar conmigo en ese momento. ¡¡Ja!! Me halaga pero no puedo casarme ahora. Así que nos despedimos. En el ¨ Sagrado Corazón¨ hay un clima muy lindo. Música en las escaleras. Un hombre toca la guitarra con un amplificador y mucha gente joven dando vueltas. Al pie de la basílica, un duo de guitarra y violonchelo. Me siento por ahí cerca e intento continuar con el mensaje de texto. Y mientras escribo pasan unos chicos y uno de ellos, el más alto, se acerca y me pregunta algo en francés y le digo que no sé hablar. Entonces se acerca aún más y me pregunta en inglés de dónde soy y le cuento que vengo de Argentina y me cuenta que él es de Brasil. Se sienta y conversamos un poco. Le extraña verme sola, que viaje sola. Me saluda y me tira buenas ondas. Entonces luego de terminar de escribir el mensaje es hora de bajar y reencontrarme con el resto del grupo. Cuando bajo por las escaleras, ya que la parte de la explanada está cerrada, me topo con un africano que quiere venderme una pulserita. Estoy de tan buen humor y tengo ganas de la pulserita que me quedo. Entonces me dice que si no me gusta que no la compre pero es obvio que después la compraré. Me dice que pida un deseo y luego la ata en mi mano derecha. Es simpático y me cuenta que estudia en la universidad en Sudáfrica y que viene a trabajar en el verano a París. O eso es lo que deduzco. Pactamos un precio. Me pide que recuerde su nombre. Mems.



31 de enero de 2010

Yo no vine a dormir a París II






El plan para el domingo comienza con el city tour. Aquí la primera desilución del día. Todo es arriba del bus. Vamos a pasar por la torre Eiffel pero sólo unos minutos para tomar unas fotografías. Ayer hubiera podido pasar tranquila por la Torre y pensar que ahora son sólo unos minutos me desespera muchísimo. Pero algo voy a inventar. No me voy a quedar sin conocer la torre. Claro que no.
Al Palacio de Versailles llegamos con el tiempo justo. Es que Paris está toda colapsada por el ciclismo y el tour de france. Ya me había dicho algo Alberto cuando estuve en Vitoria pero no pensé que iba a interferir en mi día. La guía que nos toca en la parte de Paris es una lela. No explica bien cómo va a ser el día y realmente no aclara ni contiene. Además que en la torre Eiffel se perdió uno de los pasajeros y esperaron 20 minutos y lo dejaron a su suerte. Yo pienso que no quiero que me dejen varada en ningún lugar. Me quedo con los brasileros que conocí en el aeropuerto. Cuando terminamos de hacer la fila y estamos por entrar nos dicen que ESA no es la fila, que hay que sacar primero el ticket así que vuelta otra vez a la nueva fila que es más larga que la anterior. Por suerte hay algunos compañeros del tour y nos quedamos con ellos. Cuando llegamos compramos y tenemos una hora de tiempo para recorrer todo el palacio. ¿Una hora? Yo que tonta debería haberme quedado más tiempo y volverme sola sin el tour porque valía más la pena estar ahí. Alcanzo a ver todo el palacio. No me queda tiempo para los jardines y corro al bus después de hacer fila también para usar el toilette. ¿Y adónde vamos ahora? Bueno pues al hotel a descansar que a las 7 pm nos pasan a buscar para ir a Montmartre. Llegamos al hotel alrededor de las 16 hs y miro el reloj y pienso en la torre y en qué no voy a perder el tiempo en el hotel mirando tele o durmiendo. Yo no vine a dormir a Europa. Agarro el mapa nuevamente y salgo a tomar el metro hacia los campos Eliseos. Cuando llego y subo por las escaleras: aparece un mundo del deporte en bicicleta… Me acerco a un guardia y le pregunto (sin mirar) si la torre es para allá o para allá… en mi precario y olvidado primer año de francés. El guardia se ríe y me indica para donde. Y en cuanto mueve la cabeza… la veo imponente hacia la derecha. Y hacia allá voy. Feliz. Camino. Canto por un boulevard rodeando el rio Sena. Celebro mi decisión de salir del hotel.

Llego a la torre. Y camino hacia la base. Unos compañeros del grupo que son argentinos y más grandes, me contaron que subieron por las escaleras ya que la fila para subir por el ascensor es bastante larga. Son unos cuantos escalones pero pienso que si ellos pudieron yo que tengo unos 30 años menos tengo que poder también. Y efectivamente no hay fila para subir, compro el ticket (alrededor de 4 euros) y voila. Hacia arriba voy. Pienso que me tengo que apurar pero mejor subir despacio para no cansarme tanto. Así voy subiendo mirando los escalones pues que si miro hacia abajo me da un poco de vértigo. En los descansos de las escaleras hay unos carteles que van contando cosas sobre la torre pero solo los miro por arriba, no los leo. Quiero llegar hasta el primer piso. Y pumbate llegué. Agotada, eso sí. Recupero el aliento despacito al tiempo que voy recorriendo los lados del primer piso. Me encanta. La vista es preciosa y es como raro estar ahí pero a la vez disfruto cada momento. Les pido a unas chicas que me tomen una foto. Tomo otras fotos de los paisajes, hago un video. Me encantaría compartir lo que veo con alguien más por eso relato las sensaciones en ese instante. Después cuando intento bajar me cuesta unas cuantas vueltas más encontrar las escaleras para bajar. Vuelvo por el mismo camino y la idea es retornar al hotel. A las 7 sale el grupo hacia Montmartre. No sé por qué me cuesta encontrar la entrada al metro, creo que es porque no voy hacia los Campos Eliseos, porque allá es todo un lío. Pero busco alternativas en el mapa y camino y camino, y (creo que estoy perdida) pero me las rebusco haciendo combinaciones entre las líneas de colores. ¡Ah! También pasa que uno de los tramos está interrumpido y entonces creo que por eso no puedo tomarlo donde me gustaría o me convendría más. Y por eso camino por todas partes. Igual es hermoso perderse en una ciudad como Paris... Todo acá es hermoso.
El metro que debo tomar es de la línea azul pero hete aquí que desde Chatelet se bifurca en dos ramales. De atolondrada, cuando llega, me subo al ramal que no me conviene. Y luego de Chatelet me avivo que se va para otra parte. Entonces me bajo en la siguiente estación y vuelvo a tomar el que va para Chatelet. Le pregunto a una chica que por fortuna habla español. Y me indica cuál debo tomar. Entonces espero en la estación el metro que va para St. Denis. Son las 18.25 y le tomo una fotografía al cartel que dice que en tres minutos llega. Me subo y pienso que cuando me baje en la estación tengo que correr como loca. Sé que no me van a esperar. En Saint Denis subo las escaleras del metro corriendo y corro esas tres cuadras. Cada tanto me detengo a recuperar el aliento pero tengo que llegar a como de lugar. Son 5 para las 7 y paso por el lobby y todos mis compañeros están cambiados y perfumados esperando en los sillones. Les digo: ¡Espérenme que ya bajo! Subo por el ascensor hasta el cuarto piso. Busco ropa para cambiarme y me ducho en segundos. A los 7 minutos aprox. bajo al lobby justo a tiempo. Afuera está el bus. Valió la pena tanta corrida.

Yo no vine a dormir a París I


Llego a París desde Madrid. Es mediodía y hace bastante calor. Al aeropuerto me pasa a buscar un transportista de la agencia que es de Brasil. Esperamos a otros turistas brasileros para ir juntos al hotel. En el trayecto falan portugués y yo trato de captar algo. El transportista me pregunta si en el mundial de Francia los argentinos hinchábamos más por Francia que por Brasil. Yo sin dudarlo digo que Brasil, pero después recuerdo lo contrario.
El hotel es de la cadena Marryot y queda en la parte periférica de París. La habitación es amplia y muy hermosa. Es toda para mí ya que cuando contraté el tour, para que fuera más económico, solicité una habitación para compartir pero al no haber otra mujer que haya solicitado lo mismo, me queda como single pagando por doble. Mapa en mano y un poco más organizada decido ir hasta la ciudad. Debo tomar el metro que está a tan sólo tres cuadras del hotel. Es un poco desértica la zona y da un poco de miedo andar sola pero siempre y cuando tenga cuidado de no volver tarde me lanzo a recorrer.
Cuento con tres noches en Paris y luego al finalizar el tour dos noches más. Es poco tiempo para todo lo que hay que ver y me desespera mucho no poder hacer todo lo que me gustaría. Pero siempre es mejor que nada.
En mi primer día pienso recorrer el Museo D´Orsay. Me contaron que es una antigua estación de trenes y al quedar escasa para ese fin se convirtió en Museo. Allí espero encontrar los cuadros de Van Gogh, de Renoir, de Degas, de Monet, de Gaughin y otros.

El museo está colmado de gente porque es sábado y es difícil hacerse un lugar para observar de cerca los originales.
Con timidez le pido a un señor que me tome una fotografía frente a uno de los cuadros de Van Gogh. Me hubiera gustado haber tomado más fotografías pero me da cosita pedirle a la gente. De todas maneras me quedo mucho rato apreciando los colores, las pinceladas. Hay personas que compraron el audio-guía y se encuentran frente a las obras con esos controles remoto escuchando y diciendo con sus cabezas ¨ah sí, pues claro cómo no lo había notado.¨ Pero a veces permanecen mucho tiempo rodeando a una obra y no dejan apreciar, mirar, disfrutar.

Retorno al hotel e intento encontrar un lugar en donde cenar. Pero me topo con la primera dificultad del día: no sé hablar francés ni descifrar el menú. Y en ese bar, ese señor no quiere hacer el esfuerzo por entender que es lo que quiero o por explicar. Otro señor, más amable, quiere mediar hablando en inglés, pero no es muy claro a pesar de los esfuerzos. Yo no le entiendo y me da bronca no poder comunicarme bien. Entonces me voy triste hacia el hotel pensando que esa noche ya no ceno. El hotel es de cuatro estrellas y pienso que la comida en su restaurante puede ser muy cara pero me animo a investigar y finalmente como muy bien una rica lasagna con agua mineral. Como si hubiera gastado aquí unos 70 pesos.
Mañana me espera el city tour, la torre Eiffel, el Palacio de Versailles y la colina de Montmartre.